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Al cuarto día, el levita se levantó temprano y empezó a preparar el viaje, pero el papá de la mujer le dijo:

—Come algo antes de viajar, luego podrás irte tranquilo.

Entonces se sentaron los dos y comieron y bebieron juntos, y el papá de la mujer le dijo al levita:

—Quédate esta noche con nosotros y pásala bien.

El levita se levantó para irse pero el suegro le insistió tanto que se quedó una noche más.

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